Tuve la oportunidad de ilustrar este hermoso texto de Fabián Sevilla. Muchos personajes para crear.
Amadeo tenía muchas cosas, y, entre todas, un sombrero. Un sombrero que era su tesoro más atesorado, su orgullo más orgulloso…
Nada lo hacía más feliz que lucirlo día y noche, tanto que sus vecinos terminaron por llamarlo Amadeo Consombrero. Nunca hubo un sombrero más mimado.
Un día, Amadeo descubrió que su tesoro más preciado ya no estaba en el lugar de siempre. Lo buscó, volvió a buscar y, con dolor, desconfió de amigos y conocidos, ¡todos eran sospechosos!
Hasta que se dio cuenta de que el culpable no era ninguno de ellos. ¿Quién se había llevado ese sombrero y para qué?